
El precio de la vivienda sigue mostrando una resistencia “a la baja” a pesar de dos factores clave: el desajuste entre la oferta y demanda de activos inmobiliarios y la inflación, y por otro lado el endurecimiento de las condiciones de financiación. Todo esto está afectando negativamente al dinamismo de compra-venta de activos inmobiliarios.
Sin embargo, estos factores no provocan el abaratamiento de la vivienda, esto es principalmente porque los compradores actuales son rentas medias-altas con un patrimonio ya existente lo que hace no necesitar de mucha financiación y cuyas rentas no se han visto afectadas por la inflación.
Por otro lado, la demanda de la vivienda en propiedad mejora con respecto a los datos de pandemia, cosa que no ha hecho la oferta se que se mantiene más rígida provocando así un desajuste entre la oferta y la demanda. Si hablamos de vivienda nueva la realidad es que sigue sin repuntar ya que el encarecimiento de materiales y los plazos de entrega siguen siendo un grave problema.
Todo apunta a que durante este año los precios se mantendrán, siendo los principales problemas los costes elevados de construcción y materiales, y la escasez de oferta y la elevada demanda.